Miguel Arróniz
Rebelión
Cinco uniformados de azul corrían por la acera de la calle Virgen de los Peligros dirección a la calle Alcalá topándose en su camino contra la gente. El último, visiblemente nervioso, protestaba porque se les estaba yendo de las manos y temía no poder controlar la manifestación. Además, el correr hacia Sol sorteando a los manifestantes se le hacía difícil. El primero, con pinta de ser quien llevaba los galones del mini ejército, se volvió contrariado para decirle: “si yo puedo correr, tu también puedes, así que adelante”.
Tal vez se pueda resumir así la manifestación de ayer jueves, 7 de febrero, que se celebró en Madrid en defensa de la Sanidad Pública. Muchísima gente, alrededor de 5.000 según muchos de los asistentes que copaban la calle Aduana y la calle Virgen de los Peligros hasta Alcalá; fuerzas de seguridad desbordadas por el alcance de esta convocatoria y poco acostumbrados, parece ser, a movilizaciones de este tipo. Había que ver sus caras protegiendo entre media docena la puerta de entrada de la Consejería de Sanidad. E indignación general entre los asistentes, profesionales de la Sanidad y usuarios, que a los gritos habituales sumaron una marcha-paseo hasta la Puerta del Sol para hacer más patente su protesta. También ellos saben romper el protocolo, qué caramba.
Todo comenzó poco antes de las siete de la tarde cuando una multitud comenzó a agruparse frente a la Consejería de Sanidad convocados por asociaciones vecinales y sindicales, aunque de estas últimas faltaran las de siempre, ya se encargó el respetable de recordarlo. Se trataba de una simple concentración para protestar por el desmantelamiento de la Sanidad pública, la falta de profesionales, la privatización con los nuevos hospitales, la escasez de centros de salud… a la que los organizadores no esperaban mas que alrededor de un millar de personas. Pero, claro, el tema de la Sanidad parece que duele más.
A eso de las siete y media la multitud irrumpió en un aplauso generalizado. No, no era Lamela, ni Güelmes, ni Aguirre saludando desde la ventana de su despacho. Se trataba de un médico, de apellido Montes, y que a pie de calle recibía los abrazos, saludos, besos y demás agasajos que merecen tantos meses de sufrimiento y que refleja en su cara como una marca en forma de esvástica. La derecha, cada vez tengo menos dudas, es más cruel en sus ataques, no le importa hacer caso omiso de los preceptos religiosos que tanto pregonan por Colón. Claro, con confesarse ya les vale y a sus obispos siempre los tienen dispuestos a perdonarles.
Y a eso de las ocho, y cuando parecía que se iba a proceder a terminar con la concentración, alguien gritó: ¡Todos a Sol! Y en marcha pacífica, ocupando toda la calle Alcalá se llegó a Sol, por cierto en obras, donde poco a poco se fue diluyendo la concentración que devino en manifestación. Y las fuerzas de seguridad, claro, de retirada. Tantas manifestaciones en las que su presencia era más numerosa que la de los propios manifestantes, esta les pilló a calzón bajado.
Satisfacción entre todos, hay que seguir, la semana que viene en Leganés… pero con el propósito de una gran manifestación en contra de la privatización de la Sanidad. Y que se enteren que también se pueden ocupar las calles sin necesidad de utilizar los púlpitos.
CONCENTRAC |
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